Jóvenes ejemplos
de superación y éxito
domingo, 18 de mayo
de 2003
Por Marian Díaz
End.mdiaz1@elnuevodia.com
De El Nuevo Día

Bianca
L. Dávila, dueña de Sun Day Fishing, planifica abrir
dos tiendas más, una en el este y otra en el oeste.
(Ramón 'Tonito' Zayas)
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¿ENCOMIABLE,
VERDAD? Pues, aquí en Puerto Rico hay decenas de jóvenes
que, a la vez que forjan una carrera universitaria, llevan
las riendas de su propia empresa, crean empleos y contribuyen
al desarrollo económico del país.
Paradójicamente,
muchos han empezado porque tienen una necesidad económica
y ven en el negocio la forma de generar los ingresos adicionales
que necesitan.
Otros
los han comenzado porque se les presentó una "buena oportunidad"
de lanzarse por cuenta propia y no quieren perderla, mientras
hay quienes lo hacen porque simplemente ansían emprender algo
positivo, que sea retador y que a la vez les produzca su sustento
económico.
En esta
cuarta edición del Premio Exito Empresarial Universitario,
que organiza el International Entrepreneurship Institute y
auspicia Negocios del Domingo, participaron más de una veintena
de estudiantes, de los cuales 20 resultaron finalistas. Sus
historias revelan los sacrificios y escollos que estos jóvenes
enfrentan día a día, así como los logros y satisfacciones
que derivan de su gestión empresarial.
Contra
viento y marea
Una de
estas jóvenes es Bianca L. Dávila, estudiante de mercadeo
de la Universidad del Sagrado Corazón y dueña del negocio
Sun Day Fishing en la avenida Roosevelt en Hato Rey. Inauguró
la tienda en agosto de 1999 a instancias de su novio, Javier
Sepúlveda, quien le presentó la idea. Aunque ella no practicaba
el deporte de pesca, su novio había trabajado varios años
en un negocio similar, por lo que tenía la experiencia.
La inversión
inicial era de $60,000, dinero que ninguno de los dos tenía,
pero estaban dispuestos a conseguirlo, con tal de iniciar
su propia empresa. Bianca habló con su papá para que les prestara
esa cantidad, ya que sabía que la probabilidad de que un banco
se lo concediera era remota. "No teníamos tiempo que perder
en los bancos. Yo tenía 21 años, era estudiante, no tenía
historial de crédito, ni propiedades, ni colateral, ni un
carro. ¿Quién te va a prestar $60,000 o $70,000 así?".
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Carlos
Omar Padilla es propietario del restaurante Rico Puerto
Kafe y de un negocio especializado en la prepararación
de eventos especiales. Foto por Tito Guzmán |
El papá
de Bianca aceptó concederle el préstamo, pero con la condición
de que continuara con sus estudios. Buscó un local céntrico
en el área metropolitana, negoció el alquiler y en pocas semanas
empezó a operar. Sun Day Fishing se dedica a la venta de artículos
de pesca.
"Al principio
la tienda estaba vacía en lo que establecimos las relaciones
con los suplidores y mi hermana era la única empleada", dijo
Bianca al rememorar los inicios de su tienda. Poco a poco
el negocio se dio a conocer, auspiciaba eventos de pesca y
comenzó a ofrecer seminarios en el establecimiento con el
fin de atraer clientela.
Para la
joven empresaria no ha sido fácil combinar su carrera universitaria
con la administración del negocio. "El estudiar se complica
con el horario del negocio. Mi novio y yo nos dividimos los
días de trabajo (en la tienda) y los días de estudio para
cumplir con esta responsabilidad", señaló.
Además
de la coordinación de los horarios, el reto era aún mayor,
pues ella no había tomado ni un solo curso de pequeños negocios,
pese a que estudia un bachillerato en Administración de Empresas.
Su único adiestramiento fue un seminario de dos horas sobre
cómo preparar una propuesta financiera que ofreció la Administración
de Pequeños Negocios (SBA, por sus siglas en inglés). Pero
como la banca no presta a jóvenes sin colateral, ella no pudo
prepararla.
"Reconozco
que esto fue puro instinto y muchas ganas de hacerlo", expresó
Bianca. De hecho, tras casi cuatro años de operaciones, Sun
Day Fishing todavía no ha hecho un préstamo a una entidad
financiera y ahora es que recién comienza a negociar una línea
de crédito.
La mayoría
de sus clientes son varones adultos, entre los 35 y 60 años
de edad. Cuando éstos llegaban a Sun Day Fishing y la veían,
pensaban que ella era la hija del dueño y le preguntaban por
su papá. Lejos de amilanarse por eso, se esmeró en atenderlos
para que quedaran satisfechos con el servicio y regresaran.
El esfuerzo
bien valió la pena, pues la tienda cuenta hoy con una lista
de casi 3,000 clientes, y el año pasado generó más de $320,000
en ventas. Emplea a tres personas, una de ellas a tiempo parcial.
En los próximos meses, estará disponible la página interactiva.
El local,
que en los comienzos se veía vacío, al presente resulta pequeño,
por lo que Bianca está en busca de una localidad más amplia.
Entre sus planes está también abrir otras dos tiendas, una
en el área este y otra en la oeste, antes del 2005.
Impulso
a los productos del patio
Néstor
Maldonado, propietario de Empresas La Ceba, es otro de los
finalistas este año. Es herrero profesional y estudiante de
la Universidad Interamericana en Bayamón. Su negocio, establecido
hace un año, se dedica a la ceba de toros para carne. Su gusto
por el campo y la afición por los negocios los heredó de su
abuelo, quien es ganadero y le enseñó a valorar la tierra.
En mayo
del 2002, Néstor arrendó una finca en San Lorenzo por cinco
años, y convenció a su papá para que le prestara parte del
capital inicial que necesitaba, que eran $22,000, que usaría
para comprar los toros que iba a cebar. Adquirió 35 animales,
los vacunó y los comenzó a engordar, y en enero de este año
vendió los primeros 15 a una empresa local que se encarga
de matarlos y distribuirlos a los supermercados.
Néstor
está próximo a vender los restantes 20 animales para comenzar
el proceso de compra y engorde otra vez. El negocio está en
pleno crecimiento, adquirirá un camión para poder vender el
ganado "al gancho" (muerto) y para distribuir productos agrícolas
como abono, alimento y heno, y de esa forma maximizar las
ganancias.
Actualmente,
negocia el alquiler de una granja de cerdos, con el propósito
de diversificar su negocio. Su meta, a plazo intermedio, es
adquirir un camión refrigerado para distribuir sus productos
sin necesidad de intermediarios. Eventualmente, le gustaría
venderles a los comedores escolares.
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Una
vez se gradúe este semestre, Néstor Maldonado le dedicará
todo su tiempo a Empresas La Ceba, el negocio de su
propiedad.Foto Especial / Enid M. Salgado Mercado |
"¿Por
qué permitir que las importaciones de carne de res y de cerdo
acaparen el mercado, si en nuestro país existen personas dispuestas
a trabajar para proveer productos más frescos al consumidor
puertorriqueño?", cuestionó el propietario de Empresas La
Ceba.
A pesar
de los logros alcanzados en estos 12 meses, Néstor ha tenido
que vencer varios obstáculos para salir adelante como empresario.
Entre ellos mencionó que, al inicio, él contaba con el apoyo
de un socio, pero se retiró al poco tiempo y él tuvo que devolverle
la inversión inicial, y conseguir a otra persona que le diera
el capital que le hacía falta. Fue ahí que recurrió a su padre.
Además,
por su juventud, hubo quienes dudaron de sus capacidades y
de su compromiso con el negocio, incluyendo a su abuelo. Tampoco
fue fácil negociar la compra de los toros, ya que los ganaderos
en su mayoría se conocen y son negociantes de experiencia,
algo de lo que carecía Néstor en aquellos momentos. El joven
se gradúa este semestre y planifica dedicarle, de ahora en
adelante, el 100% de su tiempo al negocio.
La necesidad
de ser empresarios
Otros
universitarios, como Carmen Méndez y Doris Botello, iniciaron
sus pequeños negocios motivadas por una urgencia económica.
Carmen, estudiante de la Inter en Bayamón, y dueña de Autoestim,
un negocio dedicado a la venta de fajas y productos de belleza,
perdió su casa a principios del año pasado a causa de un incendio.
La Cruz Roja, familiares y amistades la ayudaron, y gracias
a ellos terminó ese semestre.
Para el
próximo, se matriculó en un curso sobre empresarismo, ya que
"quería ser empresaria y ganar mucho dinero", según lo expresó
en su solicitud de participación. "No podía quedarme sentada
esperando que el dinero me cayera del cielo. Necesitaba reconstruir
mi casa para estar cerca de mi papá y necesitaba hacer mi
sueño realidad", dijo la también madre de una niña de tres
años.
Se le
ocurrió distribuir unas fajas para personas obesas y con problemas
de espalda. Ella conocía el producto porque lo usaba. Empezó
vendiéndolo entre las amistades, y ahora los distribuye a
empleados de fábricas y a residentes de urbanizaciones. "Normalmente,
por cada faja que vendo aparecen nuevos compradores. En ocasiones
por una faja vendida, he vendido hasta diez fajas; es como
una cadena". Entre sus planes futuros está promocionar y vender
la mercancía por Internet, y de aquí a tres años ampliar la
línea de productos y tener vendedores a través de toda la
Isla.
Mientras,
Doris Botello, fundadora de Andrea's Cuisine, comenzó su pequeña
empresa porque, a pesar que trabajaba a tiempo completo (y
estudiaba en las noches), el dinero no le alcanzaba para costear
los estudios de su hija. Se le ocurrió vender lasañas de carne,
que era una de sus especialidades culinarias, para poder pagar
la matrícula de la escuela de su primogénita.
El producto
tuvo mucha aceptación y en poco tiempo empezó a prepararlas
de pollo y también de soya, y a repartirlas en distintos establecimientos
comerciales. Las lasañas de Andrea's Cuisine son precocidas,
se calientan en el microondas por tres minutos y están listas
para comer.
A pesar
de que hubo personas que se burlaban de Doris y la instaron
a que dejara ese negocio, ella las ignoró y siguió adelante
con su pequeña empresa.
Doris,
estudiante de la Universidad Metropolitana, generó en los
primeros ocho meses de operaciones $12,000 en ventas, con
lo que pudo costear la escuela de su hija y cubrir otros gastos
familiares. Motivada por la acogida que han tenido sus lasañas,
planifica en los próximos tres años expandir la distribución
de éstas a cadenas de supermercados y a tiendas de conveniencia,
así como añadir otros platos italianos, y abrir su propio
establecimiento donde los clientes puedan adquirir su producto
directamente.
Por su
parte, Carlos Omar Padilla, estudiante de la Universidad Central
de Bayamón, no tiene uno, sino dos negocios. El primero es
un negocio especializado en la preparación de eventos especiales
que inició en el 2001, y más recientemente, en enero de este
año, abrió el restaurante Rico Puerto Kafe en el Viejo San
Juan. En este último combina la confección de comida criolla
con entretenimiento, ya que el local cuenta con seis televisores
y música variada, como rock en español, música tropical, nueva
trova y bohemia, dependiendo del día de la semana, todo en
un ambiente de galería-museo.
Rico Puerto
Kafe emplea a una decena de personas, la mayoría a tiempo
parcial, y es un taller para artistas y artesanos del patio,
ya que el local sirve de área de exhibición a sus obras. En
lo que va de año, este negocio ha generado $85,000.
Padilla
lamentó que el proceso de la permisología sea tan cuesta arriba,
y que muchos adultos tengan tan poca fe en la capacidad de
nuestra juventud.
Pero la
mayoría de estos jóvenes han demostrado que están dispuestos
a vencer cualquier obstáculo, con tal de lograr su sueño de
ser parte de la nueva clase empresarial que se levanta en
el país. [N] |